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Asesinada en Plaza Fiesta no podía saludar a un vecino porque la golpeaban

Mérida, Yucatán a 27 de junio de 2017.– Jessica Esmeralda Cano Baas sabía que su vida peligraba y pese a que denunció en la Fiscalía General del Estado no se pudo evitar porque Enrique R. C., la acuchille en el cuello el pasado viernes en el área de restaurantes en Plaza Fiesta.

 

Activistas

Como se sabe, este sexto feminicidio propició que activistas soliciten la Alerta de violencia género contra las mujeres.

Tras decidir dejar a su esposo, quien padecía esquizofrenia, temía un ataque de éste, ya que siempre le amenazaba de muerte y que finalmente cumplió su amenaza.

Vecinos y amigos relataron que ella se volvió temerosa e insegura a causa de la tortura psicológica y física que le propinaba su esposo.

 

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“Ella moría de miedo por lo que le pudiera hacer Enrique. Nadie la podía saludar, le prohibía hablar con otras personas y la encerraba en su casa”.

Aseguran que era tan crónica la inseguridad de su marido que le prohibió que la saluden sus vecinos y si lo hacían la estropeaba.

Descabellante e hipnotizador porque nada pudo hacer para evitar este calvario. Las primeras agresiones no fueron suficientes para poner fin a esta tormentosa relación y lo peor es que tuvieron tres hijos.

Para denunciar en dos ocasiones la acompañó una amiga ya que sola tenía mucho miedo.

“Este hombre siempre fue violento con ella y con los tres hijos que tuvieron”, señalan quienes eran testigos de los maltratos. El más pequeño es un bebé aún, que se encuentra delicado de salud porque nació en forma prematura.
Los tres menores ahora se encuentran al cuidado de la abuela, mamá de Jessica.
El domicilio que habitaban se encuentra cerrado, en el fraccionamiento Villa Fontana, ubicado en San Pedro Nohpat de Kanasín, al oriente de la ciudad de Mérida.

Enrique laboraba como mesero en bares “de mala muerte” y dejó de trabajar por lo que ella buscó trabajo en una gasolinera.
“En algún momento yo fui la única amiga que tenía porque él le prohibió hablar con las personas. La encerraba y si al alguien la saludaba o la veía en la calle, le pegaba y le insultaba”, relató.

Sus familiares y amigos temen que el asesino no reciba una sentencia acorde con el homicidio y con todo el sufrimiento que él le hizo pasar en todos estos años.

En las denuncias ante la FGE están asentados los malos tratos, las amenazas, los golpes, las humillaciones y el acoso que sufría.

Los vecinos aún tienen temor de que el asesino salga libre y regrese para cumplir sus amenazas contra ellos.
“Dios quiera que ilumine al juez y lo deje en la cárcel por muchos años, pues se comenta que como ya aceptó el homicidio, podría ser menor la condena”, finalizó un vecino.

De ser condenado por feminicidio alcanzaría los 50 años de prisión.

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