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El 61% de los perros de más de 15 años sufren Alzheimer canino

Madrid/Ciudad de México, 15 de mayo.– Los perros envejecen a un ritmo más rápido que nosotros, por lo que estamos condenados a ser testigos de los estragos del paso de los años en su cuerpo. Y también en su mente. A la consabida artrosis se suman con frecuencias los problemas renales, de vista o de oído, que caracterizan a aquellos perros que llegan a edades avanzadas. Esto es aproximadamente sobre los quince años en perros grandes y hasta veinte años en los pequeños.

De todos modos, se considera que a partir de los ocho años los perros comienzan a sentir síntomas de envejecimiento y por lo tanto entran en una tercera edad que puede llegar en algunos casos a ser larga y dilatada. Algunos perros viven toda su vida con una salud envidiable, especialmente en el plano mental, pero no es lo normal; según un estudio de 2011 de la Universidad Iberoamericana de Ciencias y Tecnología, radicada en Santiago de Chile, sobre el 61 por ciento de los perros de más de quince años experimentan el llamado Síndrome de Disfunción Cognitiva, que comúnmente se conoce como Alzheimer canino.

La referencia a la enfermedad de Alzheimer quizá no sea una correspondencia exacta; la definición de demencia senil canina tal vez viene más a cuento porque el Síndrome de Disfunción Cognitiva es un compendio de trastornos neurológicos y cerebrales de los que no se conoce con precisión el origen y se estima que puedan ser multifactoriales. El caso es que la probabilidad de que nuestro perro con la edad llegue a padecer esta enfermedad es alta. Incluso muchos de los comportamientos que achacamos a problemas físicos son en realidad imputables al Síndrome de Disfunción Cognitiva.

¿QUÉ SINTOMAS MUESTRA?

Los síntomas pueden ser muy variados y en esencia no variarían de los que podríamos ver en una persona mayor con demencia senil o Alzheimer. Ahora bien, hay que saber identificarlos en el perro porque en el caso de sufrir el trastorno, nuestro amigo requerirá de un trato especial que le haga llevadera su situación. Y ser conscientes de la mismo a nosotros también nos ayudará a tener paciencia con él.

A continuación se relatan los ocho principales síntomas que nos pueden hacer sospechar que nuestro can padece Síndrome de Disfunción Cognitiva o Alzheimer canino:

Pasa mucho más tiempo durmiendo: es normal que el perro con Síndrome de Disfunción Cognitiva se sienta más cansado, o al menos estresado por un mundo que deja de comprender con sus sentidos, por lo que prefiere refugiarse en el aislamiento y el sueño. Duerme más de lo que solía, aunque su sueño es más ligero.

Tiene una leve cojera y dificultad para subir escaleras: puede presentarse una leve cojera que no se deba a la artrosis sino a fallos neurológicos a nivel de la espina dorsal. El diagnóstico debe darlo un veterinario, pero como pista, veremos que la cojera no se relaciona con dolor al estirarla muy suavemente los miembros.

Esta más hosco con otros perros: si era un can sociable o al menos tenía curiosidad por oler el trasero a sus vecinos congéneres en el parque y de repente no muestra ningún interés y sistemáticamente gruñe o ladra a aquellos que vienen a saludarle, podría estar padeciendo Síndrome de Disfunción Cognitiva.

Tiene menor interacción con los humanos: también es un síntoma que deje de interesarse por caer bien a los humanos y seducirlos para que le acaricien el lomo y la espalda. Por ejemplo, se muestra indiferente cuando llega alguien a casa o incluso es menos receptivo con los que somos su familia.

Hace arañazos en las paredes: si vemos que araña las paredes de las habitaciones donde está acostumbrado a estar desde siempre sin problema, puede ser una señal inequívoca de Síndrome de Disfunción Cognitiva y de que se ha desorientado y asustado. La desorientación es uno de los síntomas más agudos y peligrosos de esta enfermedad.

Se hace las necesidades en casa: no siempre ocurre, pero un cambio de hábitos en este sentido, como defecar en casa u orinar sin que medie mucho tiempo entre salidas, puede ser debido al Alzheimer canino. No conviene descartar, sin embargo, problemas renales.

No responde a nuestra llamada: puede que deje de reconocernos momentáneamente, que se desoriente o deje de oírnos por la enfermedad.

Presenta tendencia a perderse: del mismo modo, puede que tienda a alejarse de nosotros por todos los factores juntos. Esto es que se desorienta, oye y ve mal y no nos reconoce por una enajenación temporal o crónica. Si adquiere la costumbre de irse solo y alejarse más de lo que lo solía hacer normalmente sin saber volver, debemos sospechar.

¿CÓMO ACTUAR?

En estos casos, que en buena parte, como todo el envejecimiento, son ley de vida, no hay una medicación específica que pueda revertir el proceso. Por lo tanto deberemos adaptarnos a las nuevas condiciones de la mejor manera posible y siempre tratando de facilitar la vida de nuestra amiga o amigo. Por lo pronto le facilitaremos un lugar tranquilo y caliente, alejado de ruidos, donde ella o el pueda descansar.

Buscaremos una dieta adecuada que no le provoque sobrepeso y le sacaremos a pasear siempre a horas muy regulares, para que no se desconcierte y se acostumbre a identificar las rutinas. Los paseos son muy importantes para mantener su cerebro lo más oxigenado posible y su corazón en buen funcionamiento. Pero no serán ni muy largos ni a gran ritmo. Nos adaptaremos en tiempo y paso a lo que ella o él nos exija, y procuraremos pasar o estar siempre en los mismos sitios para darle referencias a las que acogerse.

En caso de viajar, evitaremos llevarlo, pues puede ser muy estresante, pero lo dejaremos con personas que ella o él conozcan y quieran, que vengan a cuidarlo a casa o como mínimo se pasen tres veces al día. En caso de mudanza, procuraremos dejarlo con alguna persona mientras la hacemos, de modo que aterrice en el nuevo hogar una vez esté montado. Por supuesto, lo primero que haremos si sospechamos que padece Síndrome de Disfunción Cognitiva es consultar con el veterinario y seguir sus indicaciones.

Fuente: ElDiario.es/SinEmbargo.

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