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Fe de ratas: Anaya, la lógica de la política

 

Mérida, Yucatán, 25 de agosto de 2017.– ¿Quién enseñó a nuestros políticos a argumentar? Porque lo cierto es que ni los más hábiles sofistas griegos son capaces de retorcer el pensamiento al punto que puedan “demostrar” prácticamente lo que les dé la gana. Ejemplos sobran y en fecha reciente se han multiplicado.

Obsérvese el caso de Ricardo Anaya Cortés, dirigente nacional del PAN, que denuncia que a cambio de su inquebrantable posición de evitar el pase automático del titular de la PGR y del fiscal anticorrupción, recibió amenazas de anónimos enemigos que harían las clásicas “denuncias difamatorias” acerca del enriquecimiento de sus familiares políticos.

Se trata de un caso de éxito asombroso: desde 2003, cuando él tomó posesión de su cargo, la familia política de Anaya, encabezada por sus suegros, Donino Ángel Martínez Díez y Maribel Natalia Franco, incrementó el valor de sus bienes en ¡mil trescientos por ciento! pasando de 21.9 a 308.8 millones de pesos.

En vez de decir que era mentira, calificó los señalamientos de El Universal como “infamia”. Dijo que la fortuna de su familia política no se había creado en los últimos 14 años, pero no fue eso lo que dijo el rotativo. Esta forma de argumentar se conoce como “ignorancia de la cuestión”, que es el hecho de rebatir un argumento haciendo como que nos equivocamos y refutamos otra cosa.

Si quería negar las imputaciones del diario, podría haberlo hecho de forma puntual, tomando la lista de propiedades referidas y demostrando que no las adquirieron sus suegros en las fechas señaladas. Pero en vez de eso, se rodeó de senadores panistas que le dieron todo su apoyo, como si el número de personas equivaliera a tener la razón. Este error de la argumentación se conoce como “sofisma populista”, que también suele expresarse así: “tanta gente no puede estar equivocada”.

Para darnos cuenta de que esto no es cierto, un ejemplo: hace 600 años la enorme mayoría de las personas pensaba que la tierra era plana y sólo unos cuantos científicos creían que era redonda. La razón la tenía esta escuálida minoría.

Para rematar esta cadena de errores de lógica, Anaya afirmó que el culpable era el “PRI-gobierno” y la razón de ello fue contundente: “porque no tengo ninguna duda de que ellos están detrás de esta campaña”. Ojalá esta forma de razonar le sirva para sostener una demanda, si es que la hace.

Analizando bien, el periódico también cometió un error. Afirmó, en efecto, que la riqueza de los parientes de Anaya se había multiplicado desde que él encabezó al PAN, sugiriendo que sería a causa de ello. Que sea anterior no significa que sea “a causa de”. ¿Y cuál es el problema de ganar mucho dinero? En realidad, sería una virtud: hábiles empresarios inyectando valor a sus inversiones. Pero en México entendemos que toda riqueza, sobre todo si es desproporcionada, es mal habida.

En una cosa acertó Ricardo Anaya: en política no hay coincidencias. Pero este argumento puede obrar tanto en su favor como en su contra.

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