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La Sirenita afroamericana, un triunfo de Disney y el racismo

Si uno revisa en Facebook aquellas publicaciones con la noticia de que la cantante afroamericana Halle Bailey será la encargada de interpretar a Ariel en la nueva versión de , lo que se encontrará son principalmente reacciones negativas, entre «Me enoja» y comentarios racistas. 

¿Acaso Disney dará marcha atrás y sustituirá a la intérprete por una actriz blanca? Lo dudo, el estudio de Hollywood ha conseguido justo lo que quería: que la película se convirtiera en tema de conversación a meses del lanzamiento en cines. 

Como suele ocurrir en fechas recientes, la inclusión de personajes diversos en las películas de Hollywood —como ahora sucede con La Sirenita— acarrea una discusión sinsentido en redes sociales. No tiene propósito, porque si bien aquello que no se representa no existe, la representación de las mujeres, los afroamericanos, la comunidad LGBT o las minorías no basta para modificar una estructura que no se ve sustancialmente trastocada por lo que ocurre en pantalla. 

Me explico: incluso cuando una mujer indígena protagoniza una de las películas más comentadas de los últimos meses y su impacto en los medios contribuye a discutir temas como el trabajo doméstico en varios países, dudo que repercuta de manera drástica en la vida del grueso de mujeres indígenas, que podrían encontrar en la nueva estrella de cine una inspiración, a la vez que un motivo de frustración, porque no todos los días te encuentras con un director aclamado que te seleccione para protagonizar un filme. La idea de que el esfuerzo basta para llegar a la cima de Hollywood (o de cualquier otra industria o trabajo) es absurda. 

Del mismo modo, ¿de qué sirve que Disney haya hecho de Be Boop una pastora empoderada en Toy Story, si en la discusión en torno a dicho personaje encontramos principalmente comentarios misóginos?, ¿de qué sirve que Marvel haga ruido al respecto de que pronto veremos a un superhéroe o superheroína perteneciente a la comunidad LGBT, cuando incluso en Estados Unidos hay sectores que pugnan por organizar una Marcha del Orgullo Heterosexual?, ¿de qué sirve ahora que Rob Marshall anuncie que será una intérprete afroamericana quien dé vida a Ariel, La Sirenita, un personaje a quien en 1989 toda una generación conoció como pelirroja y de piel blanca? Pienso que sirve para dos cosas: captar audiencia y generar conversación. 

¿Ha estado nuestra conversación a la atura de la que suponemos que debería sostenerse en pleno Siglo XXI? Basta con echarse un clavado a Facebook o a Twitter para ver uno a uno aquellos memes que, ya hemos dicho, se excusan en el humor y la sátira, para dar paso a las más repugnantes muestras de racismo. ¿No les parece absurdo exigir «respeto» por el diseño original de un personaje y no buscar antes el respeto a cualquier forma de identidad posible? 

Al final del día, cuando Disney estrene La Sirenita con Halle Bailey, los cines estarán repletos: el estudio gana. Al final con el protagónico de una intérprete afroamericana, aquellos que ven en la representación un fin último, también ganan. ¿Son suficientes esos triunfo? La conversación que ahora mismo tenemos nos dice lo contrario. 

Fuente: Milenio 

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