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El Mictlán era Las Vegas

Fe de ratas

 

José Javier Reyes

 

Como si en México no tuviéramos temas de debate (los que realmente importan, quiero decir) ahora nos inventamos debates artificiales que por alguna razón acaparan en las redes sociales. Sea el caso de la nueva película de Disney Pixar, Coco, que se habrá de estrenar en Estados Unidos el 22 de noviembre pero que en México, para que coincida con los días de muertos, se estrenó a finales de octubre.

El debate corre más o menos en este sentido: 1. ¿Es realmente una buena película? 2. ¿Reproduce con fidelidad la idea de lo que el festejo de Todos Santos tiene en México? 3. ¿No se podría haber hecho en México un largometraje relativo a una fiesta tan mexicana?

La trama, por mucho que moleste decirlo, no tiene nada de novedoso y se sitúa más en las preocupaciones del norteamericano promedio que las del mexicano: un niño al que su familia no lo deja cumplir su sueño (ser músico) y quiere que siga la tradición familiar (ser zapatero) es algo que hemos visto demasiado, pero por alguna razón este reciclaje de historias funciona en Hollywood. (Como están las cosas en México, para muchos niños su sueño sería ser zapateros, no músicos, pero como digo la película es gringocentrista).

La realización impecable, la trama redonda, con un ritmo narrativo ágil, los deslumbrantes recursos técnicos y el dominio de los mismos por parte de Pixar, la hacen una de las mejores propuestas de la temporada. Sin embargo, es necesario señalar que la parte donde el protagonista va al reino de los muertos y su piel y músculos comienzan a desaparecer es un préstamo solicitado a Volver al Futuro de forma innegable.

A pesar de un trabajo importante de investigación respecto a qué es y cómo se celebra el Día de Muertos en México, queda claro que la puesta en escena sigue los cánones hollywoodenses. El reino de los muertos no es el desolado y triste Mictlán de la religión prehispánica, sino una sucursal de Las Vegas. Y a la manera de Los Picapiedra, en este más allá exuberante y barroco existe la tecnología del año 2017, incluidas computadoras y algo así como rayos X.

Sería injusto compararla con las producciones mexicanas La Leyenda de la Nahuala, La Leyenda de la Llorona, La Leyenda de las Momias de Guanajuato y La Leyenda del Chupacabras, todas producciones de Animex con las que guarda algunos puntos de contacto. La cantidad de recursos técnicos y económicos de Coco la pone más allá de todas las anteriores.

Mención aparte merece el abuso que comete la distribuidora del filme al pasar previo a Coco un corto de 25 minutos con los personajes de Frozen. Si los vendedores de este bodrio la comparan con un postre o un aperitivo gratuito, valdría la pena decirles que en ninguna fiesta te obligan a comer algo que no quieres.

 

 

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